Hace 30 años, Titi y Dirwan llegaron a un pequeño pueblo y se hicieron cargo de una mansión deteriorada, transformándola en un hogar pintoresco e idílico para personas sin hogar y quienes no tenían adónde ir. Esto ha generado gran revuelo en la pequeña comunidad y los pueblos cercanos, especialmente porque Dirwan nunca ha exigido ningún pago y ha hecho grandes esfuerzos para brindar la mejor atención e instalaciones a los residentes. Sin que nadie lo sepa, el refugio es solo la fachada de otro negocio absurdo, oscuro y siniestro. Un negocio del que Titi y Dirwan se han beneficiado durante casi dos décadas. Su encantadora fachada y cálida hospitalidad atraen a víctimas desprevenidas. Este lugar es perfecto, ya que se encuentra a las afueras del pueblo, lejos de todo y con servicios de internet y telefonía móvil precarios.