Valerio y su hijo Carlo, de seis años, viven en el ático encima del apartamento del que fueron desalojados. Cada vez que llegan nuevos inquilinos, los aterrorizan haciéndose pasar por fantasmas, con la esperanza de poder volver "abajo". Para Carlo, es sólo un juego que lo protege de su pobreza y de su condición de huérfano de madre. Incluso funciona, por un tiempo, hasta que llegan Myriam y su hija Emma, huyendo de su marido abusivo. Y Myriam no le tiene miedo a los fantasmas…